La caja fuerte del último ayuntamiento republicano del fronterizo Portbou ha estado cerrada durante más de setenta años sin que a nadie se le hubiera ocurrido abrirla
Uno de los primeros días de febrero de 1939, Benjamí Cervera, el último alcalde de ERC que tuvo la población de Portbou, y probablemente el último alcalde catalán de la República en partir hacia el exilio, cerraba por última vez con llave la caja fuerte de su despacho del Ayuntamiento. Se marchaba a toda prisa y para siempre para evitar que lo depuraran los falangistas. Las casas consistoriales, y por lo tanto su despacho, fueron habitadas posteriormente por los alcaldes de la dictadura hasta que, en 1978, se construyó un ayuntamiento nuevo, y se abandonó al viejo y modernista que se ha ido degradando hasta amenazar ruina. Desde entonces el viejo despacho de alcaldía y la sala de plenos contigua han acogido actividades muy heterogéneas, como una academia de pintura, un grupo de teatro o una asociación de amas de casa.
Durante estos 72 años, la caja del alcalde Cervera se ha mantenido ignorada en el recodo de una pared y ha sido utilizada para sentarse, para reponer objetos o para clavar clavos del material de atrezo. Las capas de mugre acumuladas durante décadas habían creado un camuflaje perfecto a esta caja fabricada en los talleres que tenía en la calle Escudellers de Barcelona la empresa Hijos de Juan Amat.
Durante siete décadas nunca despertó la curiosidad de nadie. Al no saber nada de la llave, nadie dio importancia al vetusto trasto. Hasta que una semana antes de las municipales, unos operarios, comandados por el teniente de alcalde de Cultura, Joan Gubert, hicieron un pequeño agujero para introducir una cámara de fotos y observar el interior. “Estaba llena y, con una radial, abrimos un agujero detrás para extraerlo todo”, explica Gubert, que con el rostro iluminado (es el mayor experto en historia local de esta frontera), recita todos los documentos y objetos encontrados, que han catalogado para poder exponer.
Gubert la describe como “una auténtica caja del tiempo”. En el interior había una relación con los nombres y apellidos de los vecinos que habían hecho donaciones para comprar una emisora con el fin coordinarse con los municipios vecinos para defenderse de los fascistas, 232 pesetas en duros de plata de 1877 y billetes de la República, francos franceses, calderilla de cobre perfectamente alineada, una medalla de la Pilarica, unas gafas de oro, una vieja libreta de la Caixa de Pensions y certificados de defunción y nacimiento... Parte de estas pertenencias eran de una señora que se había negado a colaborar con la causa republicana. Dos milicianos fueron a su casa para expropiarlas y las guardaron dentro de la caja del alcalde. Algunas pertenencias estaban envueltas en papel de diario La Lucha. También había un documento firmado por el cura de la época sobre el traslado de dos candelabros y un bordado del altar.
La caja quedó olvidada y arrinconada en el viejo ayuntamiento, que estos días está siendo vaciado porque en su lugar se construirá la sede del consorcio MUME Walter Benjamin. Acogerá una exposición fija dedicada al pensador alemán, otra sala de exposiciones temporales, la biblioteca municipal, un salón de actos y un espacio joven.
A Joan Gubert le fascina que “nadie tuviera la tentación de abrir la caja... ni siquiera la gestora militar que entró en 1939, que habría encontrado nombres de gente de izquierdas para depurar”. Tampoco cuando, en los años setenta, se abandonó este ayuntamiento a nadie se le acudir llevarse la caja al nuevo edificio. Una serie de coincidencias hicieron, asegura Gubert, que “un trozo de aquellos días finales de la guerra quedara congelado en el tiempo”.
http://www.lavanguardia.com/vida/20110601/54163157663/la-caja-fuerte-del-ayuntamiento-de-portbou-se-abre-tras-70-anos-cerrada.html