Buenas noches foreros, os transcribo un artículo sobre Helen Duncan.
Hellen Duncan era una voluminosa escocesa, casada con un hombre de pocas luces, madre de seis hijos y amante del té y los cigarrillos, que trabajaba a tiempo parcial en una fábrica de lejía. Una mujer corriente, de clase humilde, que sin embargo era muy conocida en ciertos círculos de las élites culturales británicas. Y es que Helen Duncan también era la médium más famosa del país en los años 30 y 40. Duncan decía tener el don de poder comunicarse con los muertos. En sus sesiones de espiritismo los asistentes podían ponerse en contacto a través de ella con sus seres queridos recientemente fallecidos. En aquellas sesiones la médium solía segregar una sustancia viscosa, blanquecina, húmeda y maloliente, supuestamente la materialización del espíritu con el que entraba en contacto. Es lo que los espiritistas llaman un ectoplasma. Cuando el espíritu se manifestaba a través de la mujer, esta entraba en trance y comenzaba a expulsar el ectoplasma por cualquiera de sus orificios corporales (eso explicaría lo de “húmeda y maloliente”... pero mejor no entramos en detalles).
En 1931, en los inicios de su carrera, Duncan fue supuestamente desenmascarada por un grupo de estudiosos de fenómenos paranormales, que tras investigar el caso llegaron a la conclusión de que era una farsante y de que sus ectoplasmas no eran otra cosa que gasas empapadas en clara de huevo. Pero eso no le impidió seguir durante años con sus sesiones y hacerse con un importante número de seguidores, totalmente convencidos de los poderes psíquicos de la médium.
A finales de 1941 Europa llevaba más de dos años en guerra, así que si algo no les faltaba a los espiritistas eran muertos con los que comunicarse. Por aquel entonces Helen Duncan residía en Portsmouth, una ciudad portuaria del sur de Inglaterra. Allí, en una de sus sesiones, la médium se puso en contacto con el espíritu de un marinero embarcado en el acorazado HMS Barham. Hay que decir que la señora Duncan cometió un pequeño error: dijo haber visto a un joven con uniforme de marinero y las palabras HMS BARHAM escritas en su gorra, pero desde 1939 los uniformes de la Royal Navy habían dejado de llevar en las gorras las bandas de identificación con los nombres de sus buques, un detalle que al parecer la señora Duncan y el fantasma desconocían. El espíritu le reveló las circunstancias de su fallecimiento, y así los asistentes se enteraron de que el Barham había sido hundido poco tiempo antes cerca de Malta y que gran parte de su tripulación había muerto en el naufragio. Era cierto. El 25 de noviembre al norte de Sidi Barrani el buque fue alcanzado por tres torpedos lanzados por el submarino alemán U-331. Unos minutos después de los impactos una gran explosión en un pañol de municiones hizo que el acorazado se hundiese rápidamente llevándose al fondo a la mayor parte de su tripulación. De los 1.257 hombres que la formaban tan solo pudieron ser rescatados 395 supervivientes. Cuando Duncan, a través del marinero muerto (o al revés), dio la noticia del hundimiento del Barham, el Almirantazgo británico aún no lo había comunicado oficialmente (de hecho lo mantuvo en secreto hasta finales de enero de 1942, cuando los británicos se vieron obligados a reconocer el hundimiento después de que los alemanes lo hiciesen público).
Algunos familiares de marineros embarcados en el Barham se enteraron de las revelaciones de la señora Duncan y se dirigieron al Almirantazgo exigiendo más información. Las reclamaciones de las familias llevaron a los servicios de inteligencia de la Marina a investigar el origen de la filtración, y para su sorpresa se encontraron con que este estaba en la señora Duncan. Comenzaron a vigilar a la médium, pero o bien realizaron una investigación muy concienzuda o bien no se lo tomaron demasiado en serio, porque tardaron dos años en actuar.
El 14 de enero de 1944 dos oficiales de la Marina asistieron en Portsmouth a una sesión de espiritismo dirigida por la señora Duncan. Al parecer no quedaron muy convencidos de los poderes de la médium, ya que decidieron presentarse de nuevo el 19 de enero, pero acompañados por la policía. Cuando los policías irrumpieron en la sala interrumpiendo la sesión (con manifestación ectoplásmica incluída) no parece que les asustase ninguna presencia de ultratumba, porque detuvieron a la médium allí mismo.
A las autoridades se les presentó entonces un problema. Helen Duncan fue arrestada inicialmente en virtud de la Ley de Vagancia, un delito menor que tenía que ser juzgado por un tribunal local. También lo eran los posibles cargos por fraude o por conspiración. Pero no era esa la intención del Almirantazgo ni del Ministerio de Justicia. Duncan había revelado información clasificada, fuese cual fuese su fuente (sospecho que el Almirantazgo, más que en un marinero muerto, pensaba en algún mando de la Royal Navy aficionado al espiritismo y a hablar más de la cuenta). En esos meses en el sur de Inglaterra habían comenzado los preparativos para los desembarcos en Normandía, el secreto mejor guardado de la historia, y no podían permitir que ningún otro fantasma se fuese de la lengua. Helen Duncan tenía que recibir un castigo ejemplar.
La solución la encontraron cuando alguien se acordó de una arcaica ley que nadie se había molestado en derogar, la Ley de Brujería de 1735, que en uno de sus artículos recogía el castigo por la actividad fraudulenta del espiritismo. Acusarla de brujería suponía llamar la atención de los medios de comunicación y de la opinión pública, y unas penas lo suficientemente graves como para servir de escarmiento (no me refiero a quemarla en una hoguera, tampoco hay que exagerar). En marzo de 1944 Helen Duncan fue trasladada a Londres para ser juzgada por un jurado popular en el Old Bailey. La defensa hizo comparecer como testigos a decenas de personas respetables y de alto nivel cultural que afirmaban bajo juramento y sin ninguna duda que los poderes paranormales de la acusada eran auténticos. Lo que no consiguió la defensa fue el permiso del juez para que la médium hiciese una demostración pública de sus habilidades. Helen Duncan fue declarada culpable y condenada a nueve meses de cárcel. Después del veredicto, Winston Churchill escribió una carta al ministro del Interior, Herbert Morrison, quejándose de la mala utilización de los recursos de la administración de justicia en aquella "tontería obsoleta". Los partidarios de la médium afirman que Churchill le mostró su apoyo porque él también era un aficionado a las prácticas espiritistas, pero no es eso precisamente lo que se desprende de una carta de Churchill:
Envíeme un informe sobre las razones por las que la Ley de Brujería de 1735 ha sido utilizada en un tribunal de justicia moderno.
Cuál fue el costo de este juicio para el Estado, teniendo en cuenta que los testigos fueron traídos desde Portsmouth y se les ha mantenido aquí, en este Londres abarrotado, durante una quincena, y el juez ha estado ocupándose de toda esta tontería obsoleta, en detrimento de otros trabajos necesarios en los tribunales.
El caso es que Helen Duncan pasó a la historia como la última persona condenada en virtud de la Ley de Brujería (no es del todo cierto, ya que hubo una tal Jane Rebecca Yorke, de Forest Gate, al este de Londres, condenada el 26 de septiembre de 1944 en el Tribunal Penal Central de la capital británica, aunque se libró de la cárcel debido a su avanzada edad). La repercusión que tuvo el juicio contra Duncan contribuyó a la derogación definitiva en 1951 por parte del Parlamento Británico de la Ley de Brujería de 1735.
Helen Duncan cumplió su condena en la prisión de Holloway, al norte de Londres. Cuando fue puesta en libertad se comprometió a dejar de realizar sesiones de espiritismo, aunque parece que no cumplió su promesa. En 1956 la policía volvió a irrumpir en una de sus sesiones. Murió poco después en su casa de Edimburgo. Sus seguidores hablan de asesinato, y es que al parecer interrumpir bruscamente una sesión de espiritismo (lo que hicieron los policías) pone en grave riesgo la salud del médium. Era lo que faltaba para acabar de convertirla en una mártir del espiritismo. Existe desde hace años una campaña de los espiritistas británicos, convencidos de que Helen Duncan sufrió una persecución injusta (habría sido, literalmente, una caza de brujas), para que el gobierno le conceda un indulto a título póstumo.
Fuentes:
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/desde_el_mas_alla/2010/10/24/la-guerra-de-los-brujos.htmlhttp://en.wikipedia.org/wiki/Helen_Duncan http://es.wikipedia.org/wiki/HMS_Barham_(04) http://www.guardian.co.uk/books/2001/mar/31/biography.societyFotos:
http://www.yorkspiritualistcentre.co.uk/photos.html http://www.guardian.co.uk/childrens-books-site/2011/oct/28/mary-hooper-ectoplasmhttp://bshistorian.wordpress.com/category/the-paranormal/page/3/